miércoles, 2 de mayo de 2018

LA SOLERA QUE NOS VUELVE A ENAMORAR DE LA FIESTA. Artículo de opinión de Fernando Lahoz

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Muchos días de festejos...

Y no es queja, al contrario...

Ojalá todo el año fuera así...

El viernes, a Macías, se le atravesó uno bueno de La Joya, con el cuál nunca se encontró y desgraciadamente, su segundo le mandó al hospital.
Flores templado y arrebatado y de la mejores tardes que le he visto a Castella en "agüitas"...
El sábado lo de la familia Bailleres no funcionó y no pasó nada...
Gran faena de Ponce el domingo, profundidad de Payo y la antítesis del toreo que es Diego Silveti...

Pero el lunes!!

El lunes ha sido otra cosa...

Desde lo alrededores de la centenaria sanmarqueña se respiraba solera...

Aficionados de antes, que se habían retirado de los cosos, regresaron...

La charla en el tendido era de la tauromaquia, no de "cómo te fue en el antro ayer wey?"...

Todo era muy solemne...

Bueno, la gente no llegó tarde y antes de empezar el festejo, la mayoría ya estaba en sus lugares...

El respeto del taurino que sabe que corridas, novilladas y festivales, empiezan a la hora anunciada y que no se puede molestar a los compañeros de tendido, llegando al tercero de la función...

Y ya ahí, sentados, listos y dispuestos, salen aquellos seis y desde que se pararon para partir plaza, ya la cosa era diferente...

Se siguen sintiendo toreros, respetan la liturgia y su personalidad embelesó...

El paseíllo despacio, con clase, como un rito, como un culto al Diós Tauro...

La salida al tercio y la plaza de cabeza, ovacionando a los maestros enchinaba la piel...

A varios se nos llenaron los ojos de lágrimas....

Yo pensaba...

Porque me robaron esa fiesta de la cuál me enamoré...

Ortega Cano y sus detalles, Fermín y la lección de cómo se lidia un astado con peligro, Memo Capetillo y esa profundidad, Pepe Luis y la gracia sevillana, Eulalio y la raza mexicana...

Pero llegó Espartaco y acabó con el mundo mundial, la feria y ha realizado una faena sin desperdicio, con el empaque y la solera de antaño...

Tanda tras tanda, rememoré y me acordé el porque soy taurino...

Mi mujer lloraba de emoción, todos nos volteabamos a ver como diciendo, "Que es ésto?", "Qué está pasando?"...

Gran novillo de la familia Gómez, hay que decirlo...

Y todo in crescendo!!

La locura!!
A mi las manos me dolían de aplaudir...

Gracias a los maestros que me regresaron la ilusión, que me recordaron esa época de la cuál me enamoré y me envenené de la fiesta...

Ojalá los que ahora se dicen figuras les pregunten que les falta para llegar a esos niveles...

Seguramente les tendrán que escribir un libro completo...

Fernando Lahoz

 

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