lunes, 22 de febrero de 2016

Vomitivo cierre de temporada… Por: Eduardo Rodríguez Diez.



“No todas las verdades son para todos los oídos”, esta frase del genial escritor y filósofo italiano Umberto Eco, que tristemente a fines de la semana pasada, se nos adelantó en el paseíllo, y que la pueden encontrar, en la que tal vez ha sido su obra maestra “El nombre de la rosa” le viene como anillo al dedo para describir lo sucedió el día de ayer, en el cierre de la tan cacareada temporada del setenta aniversario del coso de la colonia Nochebuena.
Y es que como lo dice Frédéric Beigbeder: “La verdad siempre es tan decepcionante, que esa es la razón por la cual todo el mundo miente” y ayer en la plaza de toros México de nuevo por enésima vez fuimos engañados específicamente por dos toreros que han hecho de este país, su paraíso de mentiras, de engaños y de falsedad.
De la empresa, no nos extraña nada, se han dado a la tarea de querer hacer una exitosa temporada en base a despojos de res; obligando en base a amenazas, mentadas de madre y vetos, a los pobres diablos que ocupan el biombo de la autoridad a regalar orejas a diestra y siniestra; con la complacencia de la OMISION TAURINA y en contubernio con la autoridad de la Delegación Benito Juárez, que no hace nada para cuidar los intereses del público; una empresa que se caracteriza por generar chismes al más puro estilo de Laura de América, llamando malagradecido a un torero y que ha dejado de lado la verdadera esencia de la fiesta que es de donde toma su nombre; la bravura y el toro; un año más desperdiciado, triste y nada exitoso, otra decepcionante Temporada Grande 2015-2016.
¿Y del festejo? Pues nada, vimos a un Pablo Hermoso de Mendoza que siendo el mejor rejoneador del mundo, hoy, engaña cada tarde a ese público fiestero, de pueblo y villamelón que admira la belleza de sus caballos y que le aplaude todo al rejoneador navarro; un público que pide un espectáculo al más puro estilo de Toño Aguilar (QEPD) o Joan Sebastian (QEPD) y el navarro se lo da; y para recompensarlo, le otorgan orejas y rabo que a los ojos de cualquier aficionado de verdad no tienen ningún valor; con animales dignos para un festival o para entrenar a sus caballos, a los cuales si monta magistralmente, pero no para ser lidiados faltándole el respeto al público y a un escenario como setentona.
¡Qué lejos quedó ese Pablo Hermoso de Mendoza que admiramos y que nos deleitó con ese magistral e impactante giro que le dio vida al toreo a caballo! Todavía recuerdo los murmullos de expectación y emoción que causó cuando lo vimos montado sobre Cagancho en la puerta de caballos; esto solo quedó en recuerdos. Ayer cortó su rabo número cuatro en la gran cazuela de insurgentes, el más barato que se ha llevado este revolucionario torero de a caballo. Hoy es una gran decepción.
Observamos a un Enrique Ponce del cual verdaderamente no quiero mencionar más, tres toros lidió el valenciano y en los tres toros mostró exactamente lo mismo, un toreo al ¡Ahí se va! A larga distancia; toreando al graderío cuando pudo haber exigido toros para mostrar su poderío y su toreo de arte; pero no, sus toros, justos en presencia, sin transmisión, sin la esencia de la bravura, solo le permitieron al esteta de Chiva realizar su toreo de poses, su toreo de mentira; sus “poncinas”; sus cambios de mano tan “innovadores”; un toreo con el que no expone ni una lentejuela del precioso traje que vestía ayer. Un toreo de mentira; no así el dinero que se lleva, ese si es de verdad.
Vimos a un Fermín Rivera firme, con un toreo sobrio, un toreo de verdad; un toreo que NECESITA DEL TORO BRAVO para poder lucir en su esplendor. Fermín estuvo en torero, con faenas de muleta firmes, con clase, con temple, con escuela con ese toreo puro y serio que se necesita invada todos los ruedos de nuestra geografía taurina. No sé si fue premio o castigo el incluir a Fermín en este tipo de carteles, porque claramente es un profesional del toreo, un torero como lo decimos y lo repetimos DE VERAD; que no necesita de la falsa bravura confundida en bobería para poder figurar; un torero de los pies a la cabeza.
Vimos a un Octavio García “El Payo” con pundonor, con vergüenza torera, con carácter de torero bravo y honrado al salir a lidiar muy mermado de sus condiciones físicas, un verdadero profesional que pegó muletazos sentidos, con ritmo con temple, sentado en los riñones y rematando sus series con enormes detalles. UN torero cabal que tuvo que retirarse a la enfermería tras dar muerte a su primer toro después de varias regurgitaciones consecuencia de la fuerte gastroenteritis que sufría.
Dos toreros que lucirían con el verdadero toro bravo.
Así terminó una temporada más de la cual seguramente el empresario estará como castañuela de contento; ya que seguramente para él, sus voceros oficiales y sus siempre amigos y coberos periodistas, esta temporada ha sido triunfal.
Así lo demuestran la cantidad de orejas otorgadas; las gloriosas salidas a hombros de sus toreros consentidos, aunque la septuagenaria plaza, tarde con tarde haya lucido llena; pero de cemento; los jueces hayan sido una penosa imitación de autoridad y los toreros, sobre todo los españoles que vienen a salvar la fiesta mexicana no hayan conseguido congregar ni media plaza, salvo uno que se cree el mesías del toreo y que también decepcionó.
Ayer, entre el villamelonaje y los aficionados de verdad, pudimos observar al rey midas mexicano; a Don Carlos Slim, el segundo hombre más poderoso del mundo; al que no hace mucho tiempo, junto con Don Alberto Bailleres, dirigimos un escrito pidiendo su intervención para la fiesta de los toros en la capital; ojalá y no solamente haya quedado en una misiva sin respuesta y pronto haya un cambio radical y una REINGENIERIA en las empresas que dirigen las riendas de la plaza más grande del mundo. Si es verdad que los señores Cossio, están echando de la plaza a Miguel Alemán y al Dr. Rafael Herrerías como lo comentó el segundo en entrevista de radio, es momento para que entren al quite dos empresarios exitosos que pueden hacer que esto cambie de verdad.
La fiesta en la ahora llamada, Ciudad de México, necesita un cambio radical, y no es la primera vez que esto lo venimos señalando; no nos merecemos como aficionados la mediocre fiesta que nos han venido ofreciendo año tras año.
Después de más de veinte años al frente de La México, creemos que “Un fracasado, es un hombre que ha cometido un error, pero que no es capaz de convertirlo en experiencia” y los empresarios de la plaza más grande del mundo se han cansado ya de no convertir sus errores en experiencias.
Un abrazo y suerte para todos…
Porra México A.C.
Eduardo Rodríguez Diez
Presidente
“El toreo es el único arte fugaz que impacta de un solo golpe todos tus sentidos y el único capaz también de llegarte con una sola imagen a lo más profundo de tu corazón”
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