Tan acostumbrados estamos a pensar en influir en los demás que se nos olvida que también podemos influir en nosotros mismos.José Antonio Marina.
Mucho revuelo y mucho alboroto se creó entorno a las corridas de aniversario en la Plaza México...
Nombres por demás interesantes, ganaderías de prestigio, combinaciones atrayentes...
Y encima lo que representa el cumpleaños de la grandota de Insurgentes...
Tantos recuerdos, tantas anécdotas...
Vivencias que quedan en la memoria...
Porque siempre los festejos de aniversario quedan marcados por algo, bueno o malo, triunfos o petardos, triunfalismo, críticas, faenas cumbres...
En fín, son tardes que dan mucho de que hablar...
Y si de algo he hablado durante estos días y si hay algo de lo que quiero escribir hoy, es de la gran actuación de un torero de Aguascalientes el pasado lunes...
José Adame dió cátedra de bien torear e igualmente de ponerse en "perro"...
Dos facetas, dos formas...
Pero al final, la plaza de cabeza...
A pesar del ambiente hostil y de dudas entre los "anti-adame"...
Como comencé este artículo con la frase del filósofo español, José Antonio Marina, en ocasiones pensamos tanto en los demás, que nos olvidamos de nosotros mismos...
Y creo que a José algo parecido le pasó...
Orejas, triunfos, ego, fama, dinero, fotos, reportajes, entrevistas, etc, etc...
Pero delante del toro no transmitía lo que él realmete quería(o por lo menos no lo parecía)...
Todo era muy mecánico, muy predecible...
Todo muy poco sorprendente...
Y claro que la afición, de tanto verle, se cansó....
Y le exigía cada vez más y lo increpaba y lo jodía...
Pero el lunes ví a un José serio, tranquilo, profundo, relajado...
Y para muestra cuatro naturales que le zumbó al primero de su lote que han sido un portento de bien torear, de temple, de empaque y de hondura...
La plaza rugió con lo bien realizado...
Siguieron derechazos llenos de entrega, con garra y con ese grito diciendo "este soy yo"...
Estocada dándo el pecho y dos peludas que le supieron a gloria y que nos cerraron la boca a más de uno...
Pero no quedó todo ahí...
Con el boyancón que hizo segundo de su lote, se puso y se puso de verdad...
Los pitones en la barriga, en los muslos...
Defendiendo el sitio y callando bocas...
Quizá no fue la faena más perfecta ni la más bonita, pero tampoco ví al Adame ordinario que tantas veces critiqué...
Y todos los que me conocen saben que jamás he sido adamista, todo lo contrario, pero ante lo majestuoso de su actuación no puedo más que aplaudirle de pie..
Lo dije en estos dias y lo sostengo, sin duda, para mí la tarde más completa de José en la gran plaza...
Así se defiende un sitio y así se cierran bocas...
Ojalá no se baje de ese tren...
Fernando Lahoz
Foto cortesía de la Plaza México
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