Los sentimientos del hombre son siempre
los más puros y los más
brillantes en las
bienvenidas y en las despedidas (Jean Paul Richter).
La Plaza México siempre ha sido considerada y admirada, por la sensibilidad de los que acuden a sus tendidos.
Ese olé profundo y ronco cuando suena el "Cielo Andalúz", que a todos nos pone la piel chinita y que a los que tienen que cruzar el gran ruedo les avisa que se van a enfrentar a su destino...
Esa gran México, que guarda en sus cimientos y en su cemento las páginas más gloriosas de la tauromaquia mexicana, aunque también fracasos y que ultimamente ha sido mancillada a mansalva...
Esa gran plaza que en ocasiones es sensiblera y piadosa, pero en otras cruel y cabrona...
Pero tiene algo...
Se llama nobleza...
Y como la nobleza obliga, el domingo, a Nacho Garibay, la gran concurrencia capitalina se le entregó sin cortapisas..
Y no fue gratis...
La gente no olvida...
Y claro que no se olvidaron de las grandes tardes del moreno torero capitalino...
Y por supuesto que recordaron la sangre derramada...
Y sin duda aquellas tardes complicadas y de fracaso, también pasaron por la mente de ese monstruo de mil cabezas..
La gran plaza, reitero, es noble y no se olvida de sus ídolos...
El domingo, desde que Garibay pisó ese ruedo, el romance comenzó o mejor dicho, renació...
Tal parecería que el embudo de la colonia Noche Buena, tenía algo así como cruda moral con Ignacio...
"Te encumbramos y luego te hundimos"...
Y que ésto no suene a cebollazo con Garibay, porque así como le vi tardes realmente importantes, también le vi otras, que era para darle de cachetadas y decirle, despierta niño...
Pero el domingo era y fue su tarde...
Pasión en los tendidos y un moreno entregado...
Que se destempló, que si la espada, que la falta de sitio, que cualquier cosa...
La emoción que les faltó a los remisos de La Estancia, la puso Ignacio...
Roto, entregado, en ocasiones "como Dios le dió a entender", pero todo realizado con SU verdad...
Se le podrían criticar muchas cosas. pero nunca el sacrificio, la pasión, el frenesí...
Y es que cuando sonaban las golondrinas en las alturas, en el cuarto de la función y viendo a Garibay fundido por derechazos, en mi cabeza pasaba esa frase macabra, "Que injusta es la fiesta"...
Pero la vida es así..
Ignacio dijo adiós por la puerta grande..
Su romance con la Plaza México durará por siempre...
Dijo adiós...
Pero se fue por la grande y en volandas..
Tributo merecido a una trayectoria, no siempre comprendida...
Fernando Lahoz
Foto cortesía de Ignacio Garibay