Y ya se qué saldrán mis tíos, esos viejitos, uno de Querétaro, otro de Guadalajara y por ahí algunos más, largando por mi insolencia, de mi irreverencia, por el sólo hecho de dirigirme a Luis David Adame cómo chaval...
Según las definiciones, la palabra antes mencionada dice:
"Un chaval es una persona de pocos años, un niño o un adolescente"...
Y pregunto...
Luis David no lo es?
Claro!
Es un chavo, un chaval, un jóven qué ayer llegó y pisó el ruedo venteño y encandiló a propios y extraños...
Y que mérito de un chaval, como Luis David, llegar a esa plaza que impone, que pesa, que te quita de torero o te pone en figura del toreo, llegar con ese mandato, con esa facilidad e ingenio, con esa frescura, pero al mismo tiempo con esa hombría de querer ser...
Un chaval que ayer ha sido un sol...
Bordó al bueno y se la jugó con el malo...
Al jabonero lo toreó por nota...
Siempre en el sitio, siempre templado, siempre entregado...
Y aunque algunos digan por ahí, que el astado de Domecq fue noblón y dócil, en mi opinión, el astado tuvo clase, raza y con embestidas muy profundas nada fáciles, que igual encuera a más de tres..
Lo que si creo es que Madrid no acabó de dimensionar, ni aquilatar una gran faena...
Oreja de ley, después de tirarse a matar de verdad...
El sexto era un mueble, pero con mala leche...
Y el chaval se puso como un hombre maduro...
Buscó abrir el cerrojo de esa puerta grande si o si...
Se le atravesó un hueso y le puso el candado a la gloria...
Pero la ovación de despedida fue monumental...
Para encandilar tienes que llegar dispuesto...
Más allá de si el toro, el viento, la gente, la madre que me parió...
Ayer Luis David ha dado un golpe en la mesa, de verdad...
Y es un chaval...
Tiene todo un trecho que caminar...
Fernando Lahoz
Foto de Manolo Briones